Alianza de Civilizaciones (III)

1 May, 2010

 

Nada más lejos de nuestra intención que hacer de esta bitácora sólo una monografía contra la penetración del islamismo en este país. Y, sin embargo, prevemos que esta cuestión ocupará no pocas de nuestras páginas. Ante la difusión cada vez mayor de correos electrónicos y manifestaciones de una islamofobia expresa, extrema, creemos necesario oponer un discurso racional, laico, firme. En primer lugar, para proteger los valores de nuestra civilización occidental, obtenidos de milenios de decantación. Y, en segundo lugar, para proteger a los musulmanes que viven entre nosotros de reacciones extremistas. No puedo sino ceder la palabra a quienes saben más que yo y lo saben expresar, como nuestro reciente ciberamigo Daffari; o recuperar una vieja entrevista con un pensador que no se muerde la lengua, Giovanni Sartori, de la que entresaco algunos párrafos. Léanla entera, que no tiene desperdicio. Lean, además, los artículos sobre el velo en la escuela que han escrito últimamente el Sr. Espada y la Sra. Montero, dos columnistas muy distintos que no se caracterizan precisamente por andarse con tonterías ni medias tintas.

 

Cedo al palabra al Signore Sartori:

 

“(…) La civilización occidental y el islam actual son fundamentalmente incompatibles. (…) La comunidad pluralista es para mí esa ‘buena sociedad’ que se caracteriza porque, dentro de la diversidad, genera consenso e integración. (…) Este sistema es hoy perfectamente ajeno a las creencias religiosas. Con esta premisa, digo que las dos cuestiones están en plantearse si los inmigrantes [musulmanes] son fáciles de integrar y, sobre todo, si tienen la voluntad de integrarse. Yo creo que no tienen ningún deseo de integrarse salvo excepciones. E incluso si desearan hacerlo serían los [inmigrantes]  más difíciles de integrar, ya que su sistema de creencias y de valores difiere totalmente del nuestro. (…) Aunque los islamistas son muy diferentes entre sí, ellos tienen un concepto del mundo propio que nada tiene que ver con el de las sociedades occidentales. Los principios de las dos culturas son antagónicas y son ellos los que nos consideran a nosotros los infieles aunque estén aquí (en Europa), no nosotros a ellos. (…)  La apertura total que supone la entrada indiscriminada de todo aquel que quiera hacerlo nos deja sin espacio ni para respirar, pero además supone la entrada de fuerzas culturales ajenas y enemigas al sistema pluralista nuestro. (…) Hay tres criterios para establecer la supervivencia en diversidad. El primero es la negación del dogmatismo, es decir, precisamente todo lo contrario que predica el islam. Cualquier cosa que uno haga tiene que ser explicada por argumentos racionales. (…) No vale eso de que Dios lo dice, o que es así. El segundo es que ninguna sociedad puede dejar de imponer el principio de impedir el daño y esto supone que todas nuestras libertades siempre acaban donde supondrían un daño o peligro de daño al prójimo. (…) Y el tercero y quizás más importante es el de la reciprocidad. La reciprocidad dentro de la doctrina de la tolerancia supone que no podemos ser tolerantes con la intolerancia. Yo soy tolerante como anfitrión, pero tú tienes que serlo asimismo desde tu papel de huésped. La religión católica ha sido durante mucho tiempo muy intolerante, hoy no se lo puede permitir. Aunque muchas veces quisiera. (…) Pero el islam sigue pensando en el poder de la espada. Y la obligación en estas religiones es distinta. A la Iglesia católica no le gusta que se vayan sus creyentes, pero se tiene que aguantar. La islámica no te lo permite. La reciprocidad supone que, si entras en un país que no es el tuyo y te beneficias de ello, considerando que no se te ha obligado a acudir al mismo, entonces debes atenerte a los valores básicos de la sociedad que te acoge. Si no lo aceptas, no es que yo te vaya a echar, pero no te hago ciudadano con los mismos derechos de un país cuyas reglas no aceptas. (…)  ¿Dónde está la clave para esa integración y aceptación de las reglas básicas de convivencia que les son en principio ajenas, a los inmigrantes musulmanes? En la escuela. Es ahí donde la segunda generación debe completar una integración que para la primera es imposible por su procedencia y nivel cultural. Las escuelas especiales, islámicas o de cualquier otro tipo, sólo fomentan la resistencia a la integración y la lucha cultural contra la sociedad de acogida.[Las agresiones tipográficas son del PE]

 

Y todo esto, queridos míos, hay que divulgarlo. Y hay que explicarlo sin miedo, con paciencia infinita. Sobre todo, con convicción. Hay que explicarlo en clase de Historia, en tutoría, en clase de Psicología, en Filosofía, en Educación para la Ciudadanía. En clase de Historia de las Religiones. Sin mala conciencia. Deslindando este discurso de partidismos. Hay que explicar que las chicas que, en señal de apoyo a su compañera musulmana, acuden cubiertas al instituto, son peones de un juego oscuro en que atacan precisamente aquello que creen defender: la libertad de su compañera musulmana menor de edad. La libertad a la que el adoctrinamiento le ha hecho renunciar, antes de tener posibilidad de discernir. En vez de tener posibilidad de discernir.